Teresa Solar, Galería Joan Prats

El tiempo de las lombrices

GÉNERO: Exposición esculturas y dibujos
ARTISTA: Teresa Solar
COMISARIA: Julia Moranderia Arrizabalaga
HORARIO: De Martes a Viernes – De 11:00 h a 14:00 h y de 16:00 h a 20:00 h
Sábado – De 11:00 h a 14:00 h

QUÉ NOS VAMOS A ENCONTRAR
Cierra los ojos. Imagina cómo éstos, cual dos canicas, se vuelcan hacia el interior, y caen. Caen por el interior de tu cuerpo como si fueran dos pelotas de goma, rebotando por las paredes de tus entrañas, de tus órganos, de tus orificios. A veces resbalan rápido, otras se frenan por la viscosidad o alguna cavidad con la que se encuentran; pero van cayendo, cayendo, cayendo. Sumidos en esa oscuridad interior, tus ojos empiezan a actualizar su forma perceptiva, ampliando su sensorio visual, es decir, viendo-tocando, viendo-sintiendo, viendo-cayendo.

Caen incluso más allá de tu cuerpo, atravesando el suelo que pisas, adentrándose en las mil capas de tierra, piedras, restos de construcciones, estructuras y tiempos que se agolpan en el subsuelo. Se mueven ágiles por estos estratos, por momentos deteniéndose en huecos aquí y allá, viendo sin ver en la negrura que reina. Cuando más profundo se adentran, y más se enfangan en esa densidad telúrica, las divisiones operativas del mundo objetivo se diluyen para dar paso a una materialidad indiferenciada, grávida de potencias. Una suerte de mar seco, donde descansan en un tiempo estancado, casi podrido, los fósiles de muchos futuros posibles.

¿Cómo es esta imagen háptica que perciben tus ojos? ¿Cómo es este tiempo crónico que desvelan? Puede que las piezas que Teresa Solar presenta en esta exposición, El tiempo de las lombrices, busquen precisamente esto: mostrarnos una imagen experiencial de aquello ignoto y oculto que pisamos, que recorremos y que nos habita. No se trata de una imagen prístina y objetiva, como de corte de ingeniero o cirujano, sino de un objeto denso y nocturno, que intenta abrazar todas aquellas dimensiones que la componen y que escapan a nuestra capacidad de representación. Para ello, la artista despliega una práctica cercana a la de un zahorí, activando una imaginación que discurre por túneles, pasadizos, galerías y sistemas cavernosos enterrados en las entrañas, tanto de la tierra, como del cuerpo. El uso diario del metro de Madrid, en tanto que lugar de tránsito “que nos permite una relación exógena con el manto terrestre”; el análisis de sus propias cuerdas vocales; o la especulación sobre la vida subterránea de los gusanos en el título, son todas referencias importantes para Solar en este proyecto.

Da la bienvenida a la exposición un grupo de dibujos en pared, Formas de Fuga (2021), en la que lenguas, glotis, faringes, genitales, fauces u otros órganos blandos se abren lánguidamente ante nuestra mirada en una tonalidad salmón. Le siguen Eco Chamber (2021), dos dípticos realizados con rotulador negro, que muestran un corte limpio del pliegue de una carne indefinida desde una lente que permite apreciar sus diferentes capas y secciones. En la siguiente sala descansa el grupo de piezas Hermafrodita (2021): cavidades de algún cuerpo —geológico o animal— que la garra de una excavadora, o tal vez criatura, ha desgarrado violentamente, como muestran sus bordes hechos jirones. Sus formas recuerdan a animales marinos inmemoriales, o a cáscaras de especímenes sin nombre, mientras que los colores saturados y estridentes que recubren sus paredes interiores son una referencia a los colores que los operarios del metro y demás infraestructuras subterráneas normalmente visten. Colores deslumbrantes, cuyo brillo no responde tanto a la luz que son capaces de reflejar, sino a la conservación a través del propio acto de brillar de esa oscuridad en la que se mueven; en definitiva, “el color de la propia oscuridad” según la artista. Por último, la serie Nacimiento (2021) muestra un sistema de vasos comunicantes naranjas, en el que diversos patrones celulares se cruzan y evolucionan simbióticamente hasta culminar con la erupción de un diente.

Solar me recuerda una cita de Matadero 5 de Kurt Vonnegut en la que un extraterrestre del planeta Tralfamadore describe la pobreza de la visión-túnel del tiempo en los Terrícolas, para después concluir: “Todo el tiempo es tiempo. No cambia. No se presta a advertencias o explicaciones. Simplemente es. Toma los momentos como lo que son, momentos, y pronto te darás cuenta de que todos somos insectos atrapados en ámbar.” Los desplazamientos por túneles son, en esta exposición, además metáfora de una experiencia lineal del tiempo que, lejos de toda promesa de un progreso pacificador, es un vector de ansiedad en la artista frente a la perspectiva de un futuro irremediablemente unívoco. El uso de la cerámica, al ser un material de una gran capacidad aislante, subraya esta cerrazón evocando cualidades de lo estanco, incluso de lo hermético. Pero tirando del hilo de esa imaginación desenterrada, estas esculturas de barro chamotado, aisladas y aislantes, encierran también dentro de sí un tiempo profundo del subsuelo en la propia materia de la que están hechas y la especulación de la que emergen. Al rasgar y abrir estas piezas-cavidades, la artista busca desparramar frente a nosotros este tiempo estancado que huye de la linealidad hacia otras ontologías materiales, hacia otras imperceptibilidades ostensibles y, tal vez, también, hacia otra distribución temporal más igualitaria y menos violenta. En ellas palpita una congregación de potencias temporales, sin definición ni dirección, pues, como su nombre Hermafroditas (2021) sugiere, son criaturas que se hallan en un estado de indiferenciación, de pura potencia (sexual) sin actualizar ni fijar en ningún denominador y que, por lo tanto, contienen en sí todas las formas y posibilidades futuras.

En el corazón de este conjunto de esculturas y dibujos se halla Tuneladora (2021): una escultura en la que un par de aletas de resina crecen poderosas y esbeltas de una excrecencia barrosa. Las aletas (que bien podrían ser cuchillas o remos) están pintadas desde su filo en un degradado de azul marino a blanco, que recuerda al cromatismo barroco en el modo que subraya las sombras y luces de la pieza, a la vez que enfatiza su velocidad y movimiento. Remiten al delfín y su simbología, que Solar lee en clave de mitología minoica donde, a estos animales, se les atribuye la capacidad de guiar hasta buen puerto y, a su vez, están revestidas de la pátina de barraca de feria que encontramos en proyectos anteriores de la artista. Su terminación pulida y dinámica contrasta con la presencia pesada e inmóvil del lodo del que surgen; una suerte de muñón de una articulación perdida, tal vez perteneciente a alguna moradora de las profundidades. De hecho, la pieza invita a imaginar que, al ser accionada, ha desenterrado las esculturas cavernosas que la rodean: mientras que el grupo de Hermafroditas muestra el vaciado, Tuneladora presenta el cuerpo positivo que excava la galería de túneles. Esta amalgama de la materialidad geológica e informe del barro con la hiper-definición plástica de la aleta combina, de manera inédita, dos registros presentes en la obra de la artista, aquel de la potencia cruda y abstracta de lo material, con el vector actualizador de la ficción, que se cristaliza en un lenguaje —tanto simbólico como estético— afilado y preciso. Como si la gramática especulativa de la ficción, cargada de todos sus signos y formas, emergiera del torrente que generan estas dos hélices en el sustrato salvaje e ignoto.
Julia Morandeira Arrizabalaga. Comisaria, investigadora y educadora.

Fecha

15 Sep 2021 - 20 Nov 2021

Coste

ENTRADA GRATUITA

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Localización

Galería Joan Prats
C/ Balmes, 54. 08007 BCN
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