The river. Hugo Fontela.
GÉNERO: Exposición al óleo
ARTISTA: Hugo Fontela
HORARIO: De Lunes a Sábado – De 11:00 h a 19:00 h
SINOPSIS
Una de mis últimas salidas, antes de que la pandemia cayera sobre nosotros como una plaga bíblica, fue la visita al estudio de Hugo Fontela, en un barrio de Madrid al que no volvía desde que era niño. Antes de la cita anduve por las calles recorriendo sistemáticamente los sitios que recordaba y comprobando que cada fachada y cada esquina estaba exactamente igual que hace cincuenta años. Al entrar en el estudio de Fontela todo eso desapareció, naturalmente. Los mejores estudios del siglo XIX tenían una gran cristalera orientada al Norte, que era la luz más estable (recuerdo siempre el último atelier de Cézanne en Aix), pero ahora muchos estudios carecen de ventanas. Cuando entro en un estudio tengo la sensación de que puedo estar en Madrid o en Nueva York, el mundo exterior no importa, estás bajo la bóveda del cráneo del artista. Empiezas a ver las imágenes que él quiere que veas y escuchas su voz persuasiva llevándote de una a otra: una sensación hipnótica. Casi lo primero que Fontela me enseña es un cuadro de la serie anterior, Norte, en la que cada pintura presenta una isla en mitad de un océano como congelado. Creo que Norte llevaba a su extremo una tendencia en la obra de Fontela a concentrar la mirada y la mente en una sola cosa (el tronco de una palmera arrastrado por el mar) o en una sucesión rítmica (una serie de estacas que surgen del agua). Esa pintura meditativa tendía a la mayor sobriedad de color, a una cierta monocromía, con frecuencia al blanco y negro aunque de pronto había un cuadro con un azul intenso y deslumbrante.
En la nueva serie para esta exposición de Marlborough casi todo ha cambiado. Siempre me admira la capacidad de Fontela para inventar de vez en cuando un mundo completamente distinto al de la serie anterior. Las nuevas pinturas no son concentradas, sino expansivas. En la serie Norte, cada isla era una cosa sólida, dura, con aristas, una cosa al mismo tiempo plana y corpórea, que quería salirse del cuadro; ahora ya no hay cosas, sino sólo espacio. El color ha sufrido también una transformación. Fontela trabajaba hasta ahora con acrílicos y en las nuevas obras ha vuelto al óleo. Aunque puede pintar del natural, para este trabajo preliminar, Fontela, utiliza mucho la fotografía, tomando decenas, centenares de fotos con cámaras desechables, o usando a veces fotos de revistas. El método de Hugo es obsesivo porque se pone a darle vueltas a una foto, regresa una y otra vez sobre ella, profundizando, haciendo variaciones y de ahí surge la serie. El método no es sólo mentalmente obsesivo, sino físicamente obsesivo: de una foto hace muchas fotocopias sobre las cuales pinta de manera tan insistente que el papel termina casi destrozado
El cuadro como escenario vacío es algo que suscitan sobre todo los grandes formatos, que Fontela ha heredado de la pintura americana del siglo pasado y que domina perfectamente.
El cielo de Fontela, aunque estuviera lleno de nubes, era lo transparente, lo diáfano, la visión a través del aire, y ahora va quedando sometido a las huellas de los dedos cargados de verde (una presencia humana, aunque sea no figurativa). Es una palpitación táctil en forma de oleaje que va subiendo y anegando la mitad de la tela, a veces casi toda la tela, menos un fondo de blanco y azul pálido. Entonces descubrimos que todo se ha invertido, que todo está trastocado, el arriba y el abajo, el aire se convierte en líquido, el cielo que veíamos era solamente un reflejo en el agua, la nube aparece sumergida bajo la ondulación verde.
Guillermo Solana
Director Artístico del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
