
Anchovycentrism
GÉNERO: Exposición
ARTISTAS: Kitazu&Gómez
HORARIO: De Martes a Viernes – De 12:00 h a 14:00 h
Sábado – De 11:00 h a 15:00 h
QUÉ NOS VAMOS A ENCONTRAR
Hay algo de ironía triste, tal vez, en el hecho de que los acercamientos más innovadores y potentes a una superación de la cosmovisión antropocéntrica coincidan precisamente con el momento en que la presencia de la humanidad sobre la tierra ha dejado una impronta tan fuerte – indeleble – que hemos empezado a hablar de una nueva época geológica, el Antropoceno. Por descontado que ya ha habido intentos históricos de acabar con el ‘excepcionalismo humano’, promovidos por algunos de los pensadores románticos o también por los valedores de la deep ecology en auge durante las últimas décadas del siglo pasado. Pero ha sido sólo con la eclosión de las recientes propuestas rompedoras, como la ontología orientada a objetos (OOO), las ‘ontologías planas’ o la corriente del antiespecismo, que parece que estamos dispuestos a aceptar.
Este es el espíritu que motiva y alienta la exposición Anchovycentrism, el último proyecto de la pareja artística Kitazu&Gómez, en la que sustituyen la perspectiva humana – ¿quién lo iba a decir? – por la de la anchoa. En la muestra se aprecian dos ámbitos temáticos principales: por un lado, los tiernos micromundos que evocan sobre lienzos blancos, pequeños recortes de un universo en miniatura, y por el otro, sus flamantes trabajos inspirados en la técnica ancestral del esgrafiado. El punto de unión entre estas dos vertientes lo encontramos, precisamente, en la alegre presencia de sus anchoas, que no pierden ninguna ocasión para jugar, disfrutar y explorar los entornos que les regalan sus dos creadores.
En los trabajos de Megumi y Jesús, la presencia del ser humano se reduce así a un mero trasfondo. El esgrafiado – plasmado con delicioso verismo, tan detallado que cuesta distinguir el lienzo de una piedra – se convierte en una suerte de parque de aventuras para sus pequeños habitantes, antes paisaje natural que artefacto humano. Lo mismo sucede también con los cuerpos de los dos artistas: por momentos se tornan visibles, claro que sí, pero siempre se contemplan muy de cerca, desde ángulos extraños, desde los tiernos ojitos de la anchoa y sus amigos.